A quien no le ha pasado en alguna empresa que de repente le informan “Desde hoy don Juan Pérez (nombre ficción) es su nuevo Jefe”, hasta ahí todo bien ya que uno no elige a los superiores, el problema se empieza a presentar cuando el famoso “correo de las brujas” de las empresas comienza con el “supiste que Don Juan Pérez es sobrino del dueño de la empresa” Ups!! Esto es lo que se conoce en Chile como el Pituto (persona que por tener un familiar o amigo asume un cargo directo sin pasar por muchos “filtros”).
Aquí se pueden presentar varios escenarios , el primero podría ser que por temor el equipo se transforme en un “yes man” (editorial: ¿por qué los “yes man” perjudican a las empresas?) y esconda los verdaderos problemas por miedo a que los despidan o les transfieran responsabilidades que no les corresponden; o puede pasar que los equipos empiecen a sufrir “parálisis por análisis” ya que se vuelven incapaces de tomar decisiones por miedo a equivocarse, debido a que piensan que el “sobrino del jefe” tiene “línea directa” con quien toma las decisiones; en fin, ambos casos pueden traer problemas en las organizaciones.
Supongamos que ya la organización asumió a su nuevo “jefe”, sin embargo, se puede dar el caso en que el nuevo “Jefe” asuma un cargo en Economía teniendo un magíster en Historia (nada personal, amo la historia), aquí estaríamos frente a la pregunta: El nuevo “Jefe” ¿es un pastelero que hace pasteles? Aquí el escenario se puede complicar un poco más, ya que si le sumamos los temores iniciales de los equipos respecto a que el nuevo jefe es “pariente”, las decisiones que pueden tomarse en “Economía” pueden ser “Historia”; se pueden imaginar ¿cuánto puede costar esto a las empresas no solo desde el punto de vista económico, sino que en el ambiente laboral?
Aquí no estamos haciendo un “juicio de valor”, sino que sólo hacer pensar que quizás podríamos colocar al “sobrino” en la organización pero partiendo de abajo, tal como lo hacen muchas empresas japonesas en su plan de sucesión; quizás con esto lograríamos que estos nuevos “jefes” estén validados por sus equipos y a su vez aprendan del área que algún día tendrán que liderar.
Por último, siempre me queda la sensación ¿habrá alguien que lo haga mejor en ese puesto?, aquí está el desafío para quienes seleccionan o sugieren las estructuras organizacionales, ojalá siempre basándose en competencias tanto personales como profesionales y con esa “hambre” de querer superarse (editorial: validación logística, en busca de personas con hambre). Queda la interrogante abierta.
Nota: Pastelero a tus pasteles = personas con dedos para el piano.
Rodrigo Rojas Toledo para www.delogistica.com
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