Que increíblemente superficial el título de esta editorial, sin embargo, engloba cosas que sin duda están afectando las relaciones profesionales, familiares y personales; ya que por una u otra razón (seamos millenials, o generaciones X/Y o Baby boomers) hemos dejado de comunicarnos, de hablar, de contar, de simplemente decir qué nos pasa mirándonos a los ojos y no a una pantalla de teléfono celular… en fin, simplemente quizás es el amor en los tiempos de WhatsApp.
¿Pero porqué estoy hablando esto? Simplemente porque Gabriel García Márquez es uno de mis escritores favoritos, y quise homenajear su novela “El amor en los tiempos del cólera”, pues creo que fue visionario ¡¡sólo que cuando lo escribió no existía el WhatsApp!! Sin embargo, las redes sociales son lo más parecido a un cólera mortal, la peste negra, o la gripe española, quien sabe en tiempos de coronavirus, solo que este llamado de atención está más orientado a la vista y a los oídos, es decir, ¡mirarnos y escucharnos! Solo eso, en persona, nada más que eso.
¿Qué ha hecho muestro querido y funcional WhatsApp? Simple, transformar lo personal en impersonal. Me enteré, dentro de mi benchmarking, que hay personas que se casan, se separan, se comprometen, se hacen todo sin ni siquiera conocerse… es como para reflexionar ¿o no?
Por mi lado creo que sí, de hecho, tengo hijos ya mayores de 18, niñas entrando en la etapa de pubertad y mi pequeña de 7 años, la más chiquitita; y todos coinciden que hablan más con personas en la casa que en el resto de sus actividades diarias, y simplemente me dicen “Papá, esto no nos gusta mucho”; pero que en el fondo demuestra algo más esencial: quizás una necesidad de ser personas reales y no virtuales.
Lo que está claro es que el mejor ejemplo comienza por casa, en todos los aspectos, es decir, empezar solo por hablar, decir lo que pensamos, creemos o simplemente disentimos; en fin, solo hablar por hablar, comunicarse, cambiar los emojis por caras reales, cambiar los likes por decir me gustas o simplemente te quiero, se invierte el mismo tiempo que al escribirlo, también dejar en los momentos familiares el celular al lado, o de más esta decir que en las reuniones de trabajo el mínimo de lo mínimo es dejar los celulares en silencio; eso es símbolo de respeto por la persona que profesionalmente nos habla, en fin “respetar en los tiempos de WhatsApp”, de aquí hasta la quebrá del ají, tan simple y tan complejo a la vez, ahí está el desafío.
Simplemente, respetémonos como personas y no coloquemos una aplicación por sobre lo que realmente importa, que son nada más y nada menos que las PERSONAS, esas personas HUMANAS, aquellas que nos piden tiempo no para ver el celular sino que solo para entregar una sonrisa honesta o una palabra cálida, ahí esta el amor en los tiempos de WhatsApp.
Abrazos y partamos por casa
Rodrigo Rojas Toledo para deLogística
Síguenos en Twitter: d_logistica
Síguenos en Facebook: delogística
Síguenos en LinkedIn: deLogística
Síguenos en Instagram: delogistica