Que buena canción de los años ochenta El Baile de los que Sobran del grupo chileno Los Prisioneros, en donde sus letras nos hablaban de la falta de oportunidades, de pobreza y segregación social, una realidad que en lo temporal podría sonar muy lejana; sin embargo, en el fondo todavía (y lamentablemente) muy presente en distintas sociedades de nuestra América Latina, quizás el lobo sigue siendo el mismo pero ahora vestido de oveja.
Pero ¿por qué la meritocracia es el baile de los que sobran? Cuando simplemente debiesen ser los que llevan el baile, su compás, melodía y dirección de orquesta, sin embargo, el amiguismo, el apitutamiento, el referido, el pariente, etc. y etc.; todo lo anterior se denomina de una u otra forma tráfico de influencias en distintos niveles pero no menos dañino, éstas impiden que personas buenas muy buenas lleguen a posiciones de decisiones tanto en el ámbito privado y sobre todo en el ámbito público, una injusticia que tiene consecuencias muy graves que las personas cortoplacistas que ejecutan esos actos no están ni siquiera cerca de visualizar, que es que el colocar personas incompetentes o no con los mejores currículos en un cargo, y cuya acción tarde o temprano dará los frutos, pero frutos no deseados tanto de pérdidas económicas como organizacionales.
Los dueños o directores de las organizaciones no están viendo (o si lo ven no les interesa) que colocar personas por su parentesco, amiguismo o tendencia política, lo único que va a generar son perdidas económicas a corto o largo plazo, ya que tanto las decisiones que se tomen no serán con bases técnicas y empíricas, porque claramente no fueron los mejores para ese cargo puntual y, por otro lado, generarán tal grado de oposición en los equipos por el nivel de frustración que genera que coloquen gente más incapaz y sin experiencia, como lo podrían ser las personas que ya trabajan en esas organizaciones y que han hecho una carrera exitosa y se merecen esos ascensos, que esa desmotivación genera falta de compromiso y por ende, el trabajo es realizado a medias; en fin, por un lado u otro, el colocar a personas lejos de sus méritos es un error, aquí y en la quebrá del ají como se dice en el campo.
Lo anterior no se trata de espasmos de idealismo por sí solo, sino que el mostrar una realidad que hace mucha veces que países estén presos de estas prácticas y no puedan avanzar, y lo que es peor, crecer para sacar a su población de la pobreza, ya que está inmensamente probado que la única forma de sacar adelante a estos países es con crecimiento económico, inversión y estabilidad, y claramente el no elegir a las personas por meritocracia hace que los países terminen bailando el baile de los que sobran.
Partamos por los que tenemos poder de decisión y démosle la oportunidad a las personas que se lo merecen, no solamente desde el punto de vista técnico, que es lo más fácil, sino que desde el punto de vista humano, que es lo más escaso, pero sin duda una persona esforzada y que tiene sus méritos es y será una persona humana.
Rodrigo Rojas Toledo para www.deLogistica.com
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