A medida que aumenta la conciencia logística en las ciudades del siglo XXI en todos los continentes, uno de los mayores problemas que enfrentan las urbes es el transporte de mercancía interno, que puede generar molestias en sus habitantes, quienes lo responsabilizan de problemas como la congestión, la inseguridad, la contaminación ambiental y acústica, entre otros.
Hasta ahora la solución ha pasado, desde las administraciones políticas urbanas, en gran medida, por imponer restricciones de movimiento, tonelaje, emisiones y horarios, entre otros. Con mayor o menor éxito según la región se ha empezado el camino de conversar, de manera integral y colaborativa desde diferentes sectores, sobre formas alternativas de mejorar las condiciones del flujo circulatorio del transporte de productos.
En este sentido la movilidad eléctrica tiene muchísimo que aportar, a pesar de estar recién empezando, a una distribución ecológica y ambientalmente amigable de las mercancías, con vehículos que emiten poco CO2, ruido y constan con las mismas ventajas de sus homólogos a gasolina. Esto ayudará a mitigar algunos efectos no deseados del abastecimiento interno de las ciudades del futuro.